EL PANÓPTICO COMO TEORÍA DE VIGILANCIA Y CONTROL
Para entender esta teoría necesariamente tenemos que comenzar describiendo que es el panóptico y sus diferentes evoluciones o avances, bajo esa concepción puedo decir:
“La sociedad se encarga de disciplinar a través de una tecnología de control y vigilancia capaz de codificar y marcar uno a uno todos los cuerpos, sin descanso, día y noche, desde el nacimiento hasta la muerte; donde sea, aquí y allá, en todos y cada uno de los espacios por donde circula el sujeto”.
El panoptismo es el tipo de poder propio de una sociedad de vigilancia que se expresa en las políticas de encierro y en las instituciones de secuestro.
En las políticas de encierro los sujetos están "fijados" a las instituciones como escuelas, hospitales, fábricas, oficinas y si éstos son excluidos por anormales o criminales quedarán fijados a otro tipo de institución las cárceles, manicomios.
El panóptico es un sistema de vigilancia social que tiene que ver con la idea del que todo lo ve. Su concepción es atribuible a Jeremy Bentham, pensador inglés (1748-1832). Su diseño arquitectónico consta de una construcción en forma de anillo, en el centro una torre con amplias ventanas con vista al interior del anillo. Alrededor de la torre, amplias celdas con dos ventanas, una que da al interior de la celda y otra al exterior de la misma, para que con el efecto de la luz del exterior, se permita mayor visibilidad a la persona que vigila desde la torre. De esta forma, el encerrado es vigilado de forma permanente sin que él posea una visión completa del lugar en el que se encuentra.
El panóptico ejercerá un control completo, interiorizado por los propios individuos, de la totalidad del tiempo de existencia. Es mucho más que un simple instrumento de control; es un aspecto fundamental de la constitución material del poder capitalista e incluso el dispositivo central de un nuevo tipo de poder que tiene aspectos políticos. En los hospitales o en las fábricas, "hay un poder no sólo económico, sino también político. Las personas que dirigen estas instituciones se asignan el derecho a dar órdenes, a establecer reglamentos, a adoptar medidas, a expulsar a unos individuos, a aceptar a otros". Pero este poder omnipresente e invisible no deja de ser un poder liberal: un poder basado paradójicamente en la no intervención, en el dejar hacer. Mientras las cosas ocurran "normalmente", la no intervención es la norma; pero para garantizar que las cosas ocurran normalmente, sin la menor intervención, todos los individuos sometidos al poder deben saberse, o al menos suponerse, sujetos a un control permanente. Ciertamente, el poder liberal no es un régimen basado en el mando y en el intervencionismo de un poder público soberano, pero es un régimen de control en la medida en que debe asumir y delimitar el riesgo de "dejar hacer". Así pues, cuanto mayor sea la libertad, entendida como ausencia de mando, más omnipresente deberá ser el control. Para evitar los odiados regímenes intervencionistas, el liberalismo se ve obligado ejercer el poder a través de un control total, mucho más eficaz que cualquier mando político. El liberalismo no es una limitación del despotismo, sino su forma más consumada.
El panoptismo es así doblemente productivo: por una parte, fabrica al hombre sujeto de derechos que podrán hacerse valer en el contexto del mercado o en un pseudoespacio público que perdió sus características propias y se confunde con el mercado. Tal es el hombre que no se somete al mando o a la coacción y que es capaz de negociar lo mejor posible sus intereses comerciales. Por otro lado, se produce el hombre desnudo, el hombre que, siendo objeto de un control permanente, debe adaptarse a la "libertad" del mercado y se ve, fuera de cualquier otro marco político o cultural, forzado a ser libre. En ambos casos, se celebra al hombre, pero, en ninguno de ellos puede hacerse valer ningún derecho político: en el mercado, sólo cuenta la solvencia, y todo derecho a participar en una operación comercial supone un preliminar que es la propiedad; en las zonas indeterminadas de la potestad disciplinaria, no existe tampoco ninguna garantía política , aunque, al ejercerse este poder en nombre del hombre y para el hombre, no se descarta la invocación de los derechos de éste a excepción naturalmente de todo derecho del ciudadano.
Principalmente se puede caracterizar por su aparición en un momento histórico determinado, es más, el panóptico o cualquiera de estas instituciones, son hijos del capitalismo.
El buen uso del tiempo, el uso de los espacios, será constante en todos los lugares de encierro, podemos destacar también la disposición de los cuerpos y una moralidad sobre los mismos, por eso es contemporáneo a la creación de las ciudades obreras, y a los cambios fundamentales en los lugares de trabajo, cambios que van a dar lugar a la nueva fisonomía del universo del trabajo, y a la obtención del beneficio, por parte de los capitalistas.
Aunque si bien he dicho que estas instituciones son parte, o hijas del capitalismo, me refiero estrictamente a que la creación se origina por las necesidades de ciertas clases sociales, pero también se debe a cierta forma de pensar, a ciertas tecnologías que se originan por”...condiciones locales y de urgencias particulares. Han sido precisadas pieza por pieza, antes de que una estrategia de clase las solidifique en amplios conjuntos coherentes...” Y con esto queremos dar la noción básica que sobre el poder tiene Foucault, la descentralización del mismo cambia la noción de soberanía.
El éxito del panóptico como modelo de vigilancia y de castigo, lo llevó a ser implementado en fábricas, hospitales, cuarteles y escuelas, con ello el panóptico evoluciona de mera estructura arquitectónica de prisión a arquitectura del cuerpo y de la mente.
Es a través de la disciplina y del castigo, como se interioriza en el individuo el discurso del poder, de lo bueno y de lo malo, lo normal y lo anormal, se trata de una cuadriculación social de la cual no es posible divorciarse.
Así las cosas no debemos tomar esto como trágico o como terrible. Nos daremos cuenta que tiene una gran importancia el tiempo y su buen uso, lo que se trata, y la lógica capitalista será concordante con esto, es utilizar de la mejor manera el tiempo para producir o para cualquier actividad que sea vista productivamente. Nos damos cuenta que este buen uso del tiempo en la escuela es una preocupación que suena como demasiado actual, pero lo perverso, quizás, es que siempre estuvo instalada y nunca fue verbalizada de manera explícita, pero que es notoria si analizamos los discursos sobre la crisis de la educación. Pero si decimos que es una preocupación coincidente con la lógica capitalista, debemos destacar cual es la convergencia fundamental y cual es el fondo de todo esto.